5 de abril de 2016

CON EL CORAZÓN EN UN PUÑO

El otro día, una mamá del grupo de Madres Enredadas al que pertenezco, compartió con nosotros lo que le había pasado. Ese día había ido con los peques al parque y de pronto, su hijo de 5 años desapareció. Este es un fragmento de lo que nos contó:

"Casi muero, creo que hasta dejé de respirar. Miré para todos lados grite varias veces su nombre y recorrí el parque con la mirada. No aparecía...  Por suerte apareció, estaba en el baño, se había ido sin avisar. Estaba haciendo caca y como no tenía papel lloraba llamándome pobrecito"

Todas empatizamos con ella y contamos situaciones parecidas que alguna vez hemos vivido.
No se si hay realizada una estadística de esto, pero creo que al menos el 100% de los que somos padres y madres con hijos de más de 5 años hemos sentido alguna vez ese vuelco en el corazón, cuando no los ves y no sabes dónde están, aunque sólo haya sido por unos segundos o minutos hasta que vuelven a aparecer saliendo de su escondite, o detrás de aquél tobogán, o al otro lado del lineal del supermercado.

Es como relataba la mamá, la sensación de que te falta el aire, de sentir el corazón en un puño, la sangre subiendo a la cabeza, la adrenalina disparada... Y todas lo entendimos, porque lo hemos sentido alguna vez.

Ahora imaginad a un bebé, que se despierta en una habitación sólo, mira a su alrededor y no ve ni a su mamá, ni a su papá...No sabe donde están, no llega a razonar que puedan estar en la habitación de al lado. Para el bebé, sus padres han desaparecido. Se le encoje el corazón, pasa mucho miedo, se le disparan las hormonas del estrés, le falta el aire...y llora, llora con todas su fuerzas, igual que muchas hemos gritado el nombre de nuestro hijo en un parque.

Ahora, como si de una película de terror se tratase, imagina que tu hijo ha desparecido y lo estás buscando desesperadamente. Gritas, corres de un lado a otro, y la gente que está a tu alrededor, lejos de ayudarte, te sonríe y te dice que no pasa nada, que no llores, que no seas llorona, que tienes que ser valiente. Que tu hijo va a volver luego. Y tu los miras como si todos se hubieran vuelto locos o se hubieran confabulado contra tí... Y sigues gritando y buscando desesperada.
¿Véis por dónde voy?

Nos parece tan lógico, obvio y entendible, incluso en personas adultas, y por qué le cuesta tanto trabajo a algunos "expertos" entender esto y que sigan insistiendo en tratar a un bebé o un niño, no como a una persona, sino como a otro tipo de ser (no sé muy bien cuál).

Y como siempre hay algún familiar, vecino, viandante, o metementodo que opine y cuestione el colecho, la crianza con apego, nos "recete el dichoso metodito para dormir" o diga que lo del periodo de adaptación de la guardería es una tontería, le podéis contar la pequeña historia de terror, para que entiendan que no hay que encoger el corazón de un bebé.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinión nos puede ayudar a aprender. Gracias por tu participación.